Amigo lector:


Tras saludarte cordialmente en tu nueva o primera visita a este espacio, quiero compartir contigo un resumen introductorio de la ponencia que desarrollaré mañana jueves en el 4to Congreso Transdisciplinar del Caribe, en el cual estaré representando a mi Universidad Abierta para Adultos junto a otros dos colegas: los Doctores Karina Pérez y Néstor Rojas.

Gracias por tu lectura, y te espero al final del post con unas breves interrogantes.




Título de la ponencia:


La Universidad y el nuevo mercado laboral: por una academia más responsable de los seres humanos que entrega, "bien preparados", a una sociedad que cambia cada día


Línea temática general a la que responde:


Saberes emergentes


Áreas temáticas abordadas en la ponencia:


  • Transdisciplinariedad, interdisciplinariedad y multidisciplinariedad
  • Pensamiento holístico
  • Ciencias de la complejidad y pensamiento complejo
  • Cooperación y solidaridad vs. capitalismo e individualismo económico y político.

NOTA: Esta ponencia se propone como parte inicial de una trilogía de intervenciones en el mismo espacio del evento, concebidas y presentadas con enfoque secuencial por parte de tres académicos de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA).


Objetivos:


  1. Analizar la dinámica actual del mercado laboral y de capital humano y el posicionamiento potencial y real de la academia en este, en tanto principal oferente tradicional de personal calificado.
  2. Proponer nuevas líneas estratégicas de acción de la academia en virtud de la transformación constante del mercado laboral, a tono con la evolución/revolución epocal existente.


Resumen introductorio:


Diversos hechos y tendencias relativamente recientes (sobre todo, desde los años 90 del siglo pasado hasta la fecha) impactan a escala planetaria el quehacer socioeconómico y redefinen las posiciones, los roles y la dinámica de las organizaciones productoras y oferentes de bienes y servicios; por ende, necesariamente deben redefinir -o al menos, replantear su lógica- el accionar de las instituciones que les proveen los recursos de toda índole gracias a los cuales aquellas logran efectuar su contribución, y lucrar a partir de ello. Esto último atañe, especialmente, a las Universidades, como suplidoras clave del principal ente generador de desarrollo: personas calificadas.


Algunos de los hechos y tendencias antes mencionados son: el cambio de época (de Souza et al, 2001), la transformación de los mercados (Levine, Locke, Searls y Weinberger, 1999, 2008), la modernidad líquida (Bauman, 2000), el mundo VUCA (U.S. Army War College, 2002), las más recientes estaciones de la evolución del marketing (AMDD Chile, 2017), la transformación digital (IEBS, 2018), la revolución del concepto de branding y su metodología de implementación (Stalman, 2016, 2017, 2018), el desarrollo y creciente posicionamiento internacional masivo del personal branding (Peters, 1997, 1999, 2005), y el crecimiento exponencial de la capacidad humana de construcción de nuevo conocimiento, estimada para el año 2020 en una duplicación del acumulado histórico cada 75 días (Codina, 2013); por solo mencionar algunas entre las muchas movilizaciones conceptuales, situacionales, metodológicas y prácticas, que van transformando y reorientando el devenir de la sociedad, la economía y el mercado a escala global.

El activo más importante de cualquier organización son las personas que la integran, sin las cuales ella no existiría, y quienes son las poseedoras de los verdaderos recursos humanos y sus eventuales aplicadoras al desarrollo. Todo lo que es ofrecido al mercado es, necesariamente, fruto directo o indirecto del desempeño humano en el trabajo. Por tanto, la forma de ser y actuar de cada persona en dicho proceso (su desempeño individual) impacta de forma directa sobre el tipo, nivel y calidad del logro que ella obtiene al hacerlo (resultados individuales); logro que integrado sistémicamente al del resto de los colaboradores, se convierte en la sinergia denominada resultados organizacionales, gracias a los cuales -si son favorables- la entidad se posiciona positivamente en la mente de sus públicos, consigue ser efectiva, competitiva, y eventualmente, sostenible. Si tales resultados son desfavorables, ello implica una larga cadena de interrogantes hacia atrás -que se resumen en un gran ¿por qué está sucediendo?- y de consecuencias presentes (¿cómo nos afecta?), así como de los decursos posibles o previsibles (¿cómo nos afectará o podría afectarnos?) y de los cursos de acción proyectados (¿cómo transformaremos lo que está sucediendo, para convertir las reales o eventuales afectaciones negativas en resultados positivos?), todo ello en una mirada hacia delante.

Desde tal perspectiva colectiva, el equipo humano que labora en cada organización es la principal fuente de las soluciones generadoras de más desarrollo, mayor competitividad y mejor posicionamiento organizacional (si el nivel actual es positivo) y de mejora continua de dichas dimensiones estratégicas (si es neutro o negativo). Para poder aportar con pertinencia el valor requerido por tales desarrollos, cada colaborador debe poseer y mantener actualizado un caudal de competencias que le permitan sintonizar con las siempre nuevas demandas del entorno, ajustar su propio desempeño a ellas, generar soluciones que las satisfagan, y sobre todo, integrar en sistema su accionar al del resto del equipo para que su propia contribución, en conjunto con las de sus colegas, se exprese como sinergia resultante en un mejoramiento sostenible del logro colectivo.


En un entorno tan cambiante como el presente, dicho caudal competencial requiere actualización y hasta renovación sistemática. Porque no hay verdadero aporte de valor al entorno si las contribuciones que lo contienen no son compatibles con las necesidades de quien requiere dicho aporte; y si tales necesidades cambian tan frecuentemente, las competencias de quien contribuirá a solucionarlas deben hacerlo al menos a igual velocidad, y preferiblemente a una mayor, para poder anticipar tendencias y actuar proactivamente frente a ellas. Toca a la Universidad del siglo XXI transformarse en un ente capaz de “...preparar al ser humano para que pueda ser pertinente y funcional de forma estable en el contexto continuamente cambiante en que le tocará vivir y a cuyo desarrollo deberá contribuir; y en esa contribución radicará, principalmente, la base de su empleabilidad. Porque quienes reciban los beneficios del valor que él aporte, serán quienes definan su condición de empleable o de no empleable" (Estrada, 2018). Esto resulta, a su vez, sumamente pertinente a la construcción de respuestas colaborativas (y la implementación práctica de ellas) a una de las preguntas lanzadas por la CRES 2018, a saber: “La época actual exige cambios profundos en las formas de acceder, construir, producir, transmitir y utilizar el conocimiento. Por lo tanto, las Instituciones de Educación Superior tienen la responsabilidad de desarrollar el pensamiento para acompañar estos cambios. Según su criterio, ¿cómo deberían enfrentar las IES estos desafíos?", un criterio y una interrogante plenamente congruentes con lo planteado recientemente por Dans (2018) acerca de la necesidad de transformar la relación Universidad-Empresa en pos del imprescindible desarrollo de la investigación científica: “Según algunos académicos, las universidades son los únicos sitios en los que un investigador puede trabajar para estar legitimado como tal, una actitud completamente absurda, reduccionista y que, sobre todo, consagra una brecha enormemente perjudicial que no debería existir". Todos estos conceptos consideran e integran plenamente, por supuesto, el hecho ineludible de que “la escucha a la realidad y su posterior auxilio es una característica propia de la idea de universidad" (Marcovitch, 2002, citado por Esteban y Román, 2016, P. 59). Y mientras más se avanza hacia el futuro, mayor es la brecha entre el nivel de desarrollo competencial requerido para materializarlo en condiciones favorables, y el nivel de competencias realmente presentes entre los potenciales y obligados constructores del mismo.


En esta dirección, es preciso considerar lo siguiente (Estrada, 2018). Buena parte de las competencias tecnológicas — léase mayormente informáticas- que serán necesarias en ese futuro, aún no están siendo enseñadas en la mayor parte de las Universidades. Muchas de las no tecnológicas — igualmente requeridas-, tampoco (personal branding, por ejemplo). Las grandes cuestiones al respecto son, entre otras posibles:


  1. Si ellas cuentan con los docentes aptos para llevar esto a la práctica,
  2. Si su infraestructura académica es pertinente en ese sentido, y
  3. Si sus modelos y sistemas de gestión están diseñados y funcionan para hacerlo posible.


Porque si para algo deben salir MUY BIEN PREPARADOS los egresados de las universidades de hoy (y especialmente, las de mañana), es para vivir, ser, estar, trabajar, crear, crecer y aportar valor — y vivir decentemente, disfrutando una calidad de vida digna y correspondiente a su contribución, gracias a todo ello- en un contexto donde el cambio es y seguirá siendo, de forma irreversible, la única gran constante. Mucho más allá de las “competencias" pautadas en sus “perfiles profesionales de egreso". Mucho más lejos que los límites del “conocimiento recibido en las aulas". Pues como bien afirma un excelente y siempre actualizado desarrollador de personas como el Maestro Alfonso Alcántara, "no basta aprender profesiones; se debe aprender a ser profesional". Y como propone en la misma cuerda otro excelente y siempre pertinente desarrollador de personas, el Maestro David Barreda, "lo tuyo es lo que eres, no te engañes. Lo tuyo no es lo que dice tu diploma. Tú no eres lo que estudiaste, eres mucho más de lo que estudiaste"; y formula al respecto varias definitorias interrogantes como "¿Qué te hace diferente a los demás? ¿Qué valor aportas? ¿Cómo usas lo que sabes hacer? ¿Para qué sirve lo que sabes hacer? ¿Dónde puede ser útil?"


Porque la lógica actual y perspectiva del desarrollo personal, la profesionalización y el posicionamiento social y de mercado, tiene que ser enfocada a la contribución, a través de un desempeño que aporte cada día más valor de impacto y utilidad social; y para hacerlo en un entorno de cambio constante hay que estar muy bien preparado, porque lo que hoy es y representa valor, inclusive mucho valor, puede no serlo mañana. De hecho, así está sucediendo en muchos temas; y como suele afirmar el gran experto internacional en personal branding Guillem Recolons, refiriéndose a la propuesta de valor y su importancia en términos de posicionamiento personal en el mercado: "si no aportas, no importas".


La presente ponencia propone un grupo de elementos descriptores del cambio del entorno en plena marcha y una aproximación a las nuevas demandas emergentes, así como algunos aspectos estratégicos potencialmente imprescindibles para la necesaria transformación institucional -a nivel competencial individual y competencial corporativo- de una academia universitaria obligada a ofrecer, ante tales demandas y en todos los momentos, respuestas pertinentes.





Amigo lector:


¿Qué reflexiones te surgen a partir de estas ideas? ¿Cómo se materializan en tu entorno las situaciones aquí esbozadas? Y a tu juicio, ¿cuáles abordajes serían pertinentes al respecto? ¡Comparte conmigo y los lectores tus comentarios, críticas y propuestas, para que aprendamos y crezcamos juntos!


Te prometo que publicaré por estos rumbos digitales la ponencia una vez presentada y la presentación visual; y te lo haré saber de inmediato, de modo que podamos continuar interactuando al respecto. Recibe un fuerte brand/abrazo, desde mi Caribe que amo.


Tu siempre amigo...


Vladimir